Las ideas de Ser y, en general, de la vida pueden tratarse de un error. Muchas veces los conceptos de cuerpo, mente, persona, alma, espíritu, verdad o verdades son sólo ideas que se relacionan con otras ideas que poco tienen de experiencia real.
Hay que ver y sentir lo que llamamos cuerpo, ver los estímulos circunstanciales y las respuestas de lo que denominamos «lo personal» (pensamientos, emociones y acciones), y ver también el gran conjunto de ideas que están ahí, más bien como creencias que como experiencias claras de lo que es. Hay que ver, clara y sinceramente, la gran duda existente sobre la mayoría de las ideas de las que necesitamos convencer y convencernos de que son verdad o correctas.
Debemos partir de una mirada limpia y ver sin interpretar, intentar dejar el hábito de mirar a través del conjunto de ideas y creencias, y mirar de nuevo sin suponer, sin la necesidad de atacar o defender nada.
Hay que dejar los apoyos de las ideas y mirar haciendo tabla rasa a todo, dispuestos a cambiar cualquier idea y suposición de cómo son las cosas o deberían ser, y, sobre todo, cualquier idea que indique que somos «identidad» (lo que se mantiene siempre idéntico a sí mismo, aquello que es constante e inalterable en todo momento y circunstancia).
Se trata de ser la acción de ver sin ideas y mirar lo que hay. Debemos desprendernos de la necesidad de que las cosas sean de una u otra forma, y mirarlas independientemente de su valoración negativa o positiva. Hay que detenerse a mirar como si lo descubriéramos todo por primera vez y hacerlo muchas veces. El acto aparentemente voluntario es ser más consciente del hecho de mirar, en un gran interés por descubrir lo que Es, y establecerse en el estado de interés.