Educación: La enseñanza
La enseñanza en la transmisión de un patrimonio cultural-conocimientos y la de unos valores humanos, basados en el respeto y la convivencia entre las personas, y el medio ambiente-naturaleza, en una justa medida de posibilidades para todos, es una parte importante de la educación. Pero la educación de relación directa familiar, o personas intimas, y cercanas en el trato del vivir, es fundamental para unas posibles bases sólidas-sanas psicológicas y emocionales.
El educar en el ejemplo…de respeto, tolerancia y cariño, y no estar obsesionado en la exigencia, y la obligación de hacer muchas actividades. El liberarse de inseguridades-tensión en el trato, y ser lo más espontáneos con la máxima de naturalidad (no planear el trato), es fundamental. Ser lo más posible nosotros mismos en la relación, a sabiendas de la peculiaridad del niño-educando-persona. Aunque queramos imponer un tipo de pensamiento, lo que de verdad se trasmite es nuestro estado personal. De ahí que trasmitiremos “educaremos” en relación de nuestro estado de conciencia.
El respeto al ser por encima de todo, en todos los modos de ser, es más importante a veces que los conocimientos, memorizaciones, modelos idealizados, y competir-actividades. No trasmitir una obsesión por el futuro. Si indicar, una dirección y esfuerzo-aprendizaje-creatividad para un supuesto futuro, sin dejar de reconocer el presente como valor real. Propiciar espacios, tiempo, para la mirada tranquila, “el no hacer nada”. Lo fundamental es adquirir la máxima de independencia (no aislamiento), y la máxima de felicidad. Este es el mejor deseo para la educación desde el amor, poder vivir en la máxima de independencia-felicidad.
Presente, Pasado, Futuro, y Eternidad
La esperanza en el futuro como ideal de mejorar en el ámbito que sea, tener una experiencia de mayor felicidad. El aprender de las equivocaciones y el regocijarse en los aciertos o momentos de felicidad del pasado. El vivir un presente con más alegría y asertivamente. Reconocer que el pasado, futuro, y presente se experimenta en eso que es eterno, y que los incluye y trasciende simultáneamente. Ese reconocimiento otorga una peculiar soltura en la experiencia. Lo eterno es ese punto de inflexión absoluto, como autentica identidad o realidad (aquello que se mantiene constante e inalterable en todo momento y circunstancia), eso que transciende e incluye simultáneamente. La vivencia futura ultimada de toda forma individual es la absorción en lo eterno. El pasado más auténtico o su principio, es lo eterno.
La realidad más central del presente es lo eterno. Realizar lo eterno es reconocer nuestra esencial verdad, es la auténtica espiritualidad, es el mal interpretado ideal de todo buscador, es la solución de la duda existencial (no la solución a problemas existenciales), es no necesitar apoyarse en disertaciones de personajes muy valorados, ni en filosofías o religiones, es reconocer el festival del existir como un juego, y es saberse aparte de…es dejar en su totalidad que el juego juegue, sabiendo que el juego ha sido, es, y será independientemente de lo que piense o quiera la personalidad.
Es la sonrisa sobre las preguntas de ¿Quién soy? ¿Qué es la realidad o verdad? ¿Qué muere? ¿Hay o no hay libre albedrio? ¿Soy responsable? ¿Qué es Dios? ¿Se puede hacer algo más? La no solución a esa problemática lleva inevitablemente a una personalidad autoexigente o frustrada, con infinidad de posibles corazas psicológicas o filosóficas.
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